¿Qué dice tu nombre cuando desordenás sus letras?

A veces, lo seguro aplasta, acomoda, decanta, destierra dudas pero aplasta. Las hojas son de papel, el lápiz de grafito, las ventanas tienen vidrios y el tiempo se mide en segundos... y aplasta.
Para huir de esa rutina juego entonces un juego. Mejor dicho, varios juegos, pero el más sencillo sólo requiere de preguntas. Y pregunto: ¿qué dice tu nombre cuando desordenás sus letras?
El mío inventa otros nombres, sala la comida, menciona profesiones y hasta cierta flora y fauna. Y cuando descubro que por mi nombre ya no soy sólo mi nombre sino un montón de otras cosas, es cuando empiezo a creer en la potencia escondida, en las cosas que somos y cuya visibilidad abortan las clasificaciones que aceptamos.
Hoy quiero desordenar mi nombre, los títulos, los honores;
Hoy tengo ganas de crear expectativas. De salir de la rutina, de caminar hasta donde me den las piernas o la voluntad o el corazón, o la conciencia;
Tengo ganas de hacer añicos las ventanas para dejar que entre el aire;
Tengo ganas de decir basta, de creer que puedo, de soñar un poco... un poco más de lo que suelo hacerlo.
Te invito. Es un enorme desafío y si el vértigo te vence, aún conservarás el documento.
Dame la mano y vamos de a poco. El juego de este encuentro es sólo el comienzo...

2 comentarios:

3nriqu3G dijo...

Le mando una reflexion abstrusa:


Si acaso por ventura de la Divina Providencia uno pudiese intervertirse en otro, no como lo dice Lacan, yo, si fuera usted, no sería amigo de mí mismo, en cuyo caso yo no vendría a ser yo y usted no vendría a ser usted. Celebro que no sea mi amiga, es un gesto de nobleza , de inteligencia sabia y de precaución lógica y vital. Me alegra que sea... y también que no sea, alternativamente, una o la otra cosa, según se vea. Es un buen principio de conservación de la identidad, digo, de la suya, porque lo que es mi identidad, va tendiendo a fallar... va mejorando porque está empeorando, es decir ¡mi identidad es diferencia!.. Por fortuna, LA SUYA TAMBIEN.







EnriqueG

3nriqu3G dijo...

Yo desordeno las letras de mi nombre. Las deletreo. Digo E-n-r-i-q-u-e. Luego separo en sílabas mi nombre. Digo En-ri-que y,curiosamente, en un nuevo míserrimo abrir y cerrar de ojos, miro, y encuentro otro nombre. Me restrego los ojos, incréduolo. Como buen tozudo recomienzo, uno, dos, tres... vuelvo a cerrar y vuelvo abrir mis ojos, y sigo viendo, una vez más, el mismo nombre. Acaso, ¿no será que en lo profundo quiero ver ese nombre? Es posible. Al que mejor conozco es al intruso que convive conmigo desde hace tantos años. En suma, recorro el camino que recorrían los neoplatónicos. Regreso hacia la unidad única, pura y simple y.. cuando la encuentro ni siquiera puedo pronunciar el impronunciable nombre de Dios. ¿Será... que no es? ¿Será que es imposible? Será que es. Será que... Será «Se»

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