La tarea de aturdirlos

La tarea de aturdirlos no es simplemente un título, sino el resultado de un ruego y un deber, de una propuesta y una petición.
Es una tarea con “T” mayúscula, dirigida a los que odian, a los que olvidan, a los que no pueden percibir su entorno;
Destinada a los que sufren pero no entienden del dolor ajeno y a los ajenos que prefieren mantenerse distantes antes que sufrir de entendimiento;
Remitida a los que usan argumentos racionales para coartar los impulsos del corazón y no el corazón para guiar los impulsos racionales;
A los que aún no encontraron el sentido de buscarle un sentido al vivir…
Hay todo un ejército en el que “armarse” sólo significa “organizarse” y no recurrir a las armas de fuego. Uno capaz de boicotear el desánimo y el egoísmo, el sufrimiento y el raciocinio sin fundamentos, el odio y la percepción del otro como ajeno.
Espero que no te ofendas si te incluyo en estas filas y si te ofende, sólo hace falta que lo digas. A nosotros no nos hace daño la palabra porque ella es nuestra amiga, nuestro arte, nuestra herramienta diaria para llevar a cabo la tarea propuesta: aturdir a los dormidos, atontar al que se quiere pasar de vivo.
La palabra bien dirigida es reacción y vale infinitamente aprender a usarla.
Si acaso tu mente está dispuesta, tus sentidos alertas y tu voluntad urgente, puede este ejército hacer y decir al mismo tiempo.
Todo, alguna vez, empieza.