Los festivales del fin

Hay una tradición en Ciales que resulta incomprensible para la lógica terrenal de nuestras efemérides. Se trata de “Los festivales del fin” que se organizan cuando el tiempo solar suma la gestación de los tres mundos: las alturas para las ideas, las profundidades para el alma y la tierra media donde posar los pies. Aunque no es el número exacto, en tiempos “reales” eso se traduce en un festival cada 27 meses, que es mucho para los seres naturales pero ciertamente sólo un ciclo para los ideales.
En estos festivales se conmemora el nacimiento de la unión de los tres mundos, origen de la gestación del Bosque y el final de las disputas por el reinado de uno sobre los otros.
Por ello estas fiestas tienen la particularidad de organizarse no al comenzar un nuevo ciclo sino al concluir el anterior, y como todos y cada uno de los seres participa desprendiéndose de un objeto que simbolice el cierre de dicha etapa, estas celebraciones son conocidas como “Los festivales del fin.”
Así que, a pesar de lo que pueda parecernos a nosotros su nombre, son éstas fiestas muy alegres, en donde se conmemora especialmente a la Vida, que nos permite contar historias, elegir finales, evitar monotonías; se hacen reuniones disparatadas en las que el alma vuela, las ideas se sumergen en las profundidades para rejuvenecerse y los pies, cansados de mantener el equilibrio, se dan el gusto de descansar en los hombros de cualquiera que los lleve.
Pero sucede algo aún más importante: en estos festivales se decide cuál va a ser la historia a contar durante el próximo ciclo y por supuesto, se despiden de la anterior con aplausos a sus personajes, que durante todo este tiempo pusieron su esfuerzo en ser relatados. Se merecen un descanso.
Nuevos desafíos dan lugar a los superados y los que conocen las reglas del Bosque saben que para una idea lo peor es convertirse en costumbre.
Así que, aquí estamos, de festejos por los finales pero alertando a la muerte por desencanto. Este mundo ha decidido empezar a darle paso a otras historias, porque ya está poblado y todos tenemos algo para contar.
De a poco se animan las luces. Ya todos se desprendieron de algo y están sentados para escuchar a las Musas antes de que un nuevo sol les informe que es hora de volver a empezar.