A las deudas pendientes

Al principio parecía que el tema de las deudas pendientes era con el resto de las personas, pero no es así. De hecho, las peores deudas se tienen con uno mismo. Sólo que algunas veces las percibimos a través de lo que nos deben otros.
¿Por qué? Porque el encuentro con otros nos hace enfrentarnos a otra identidad, a otra formación, a otra cultura; pero también nos enfrenta a nosotros mismos, a detalles de nuestra persona que no es posible ver si no es a través de los ojos de otro.
A menudo sucede esto con las relaciones de pareja, donde a veces llegamos a exigir lo que en realidad son carencias propias. Eso las hace difíciles, pero también, si uno es lo suficientemente sabio, hace que seamos capaces de mirar hacia adentro buscando la causa de los conflictos.
Y en realidad son los conflictos los que nos trajeron hasta aquí; mejor dicho, la búsqueda de sus causas. Y los resultados de esa búsqueda nos hicieron pensar que muchos de los problemas que surgen se deben a causas pendientes, tanto más con uno mismo, pero también con los otros.
Algo de eso desborda estas páginas… cosas que faltaron, cosas que quedaron en el tintero, cosas que nos hacen preguntar: ¿no queda más nada que decir?

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