Deja al cuerpo ir…

Se puede viajar de muchas formas: en avión, en auto, en bicicleta, o simplemente caminando. Se puede viajar incluso sin moverse del lugar, con la imaginación, con la inteligencia, o con la meditación. Este viaje que emprendimos juntos implicó por ejemplo que las creaciones viajaran solas a decenas de destinatarios y lugares distintos, y sin que nadie se traslade físicamente, aunque si lo hicieran sus ideas. Esa maravilla no es propia de la tecnología. También el lenguaje surgió de esa misma necesidad de traslación de una idea a otra, de un cuerpo a otro cuerpo.
Y entre medio de siglos de evolución del hombre, su lenguaje y su tecnología, la capacidad de trasladarse se hizo cada vez más amplia, y al tiempo, menos física y más compleja. De esos siglos de evolución, de inventos y desaciertos, hubo algo que nunca dejó de preocupar al ser humano: el viaje interior, el encuentro con uno mismo, el abandono del cuerpo a la esencia pura del SER.
No crearemos suspenso ni falsas expectativas: realmente nosotros no sabemos cómo se hace eso. Pero aquí estamos, probando un nuevo viaje juntos, preguntando y planteando dudas, llamando a distintas puertas, abriendo ojos y oídos a lo que tus manos escriben y a lo que quiera decir tu boca sobre el tema que hoy nos reclama: ¿qué nos impulsa a viajar?

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Para irse por las ramas (del arte y la literatura)

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